Quizás pueda pensarse, sobre todo para quienes recién visitan Puno, que basta con comprar una miniatura en alasitas para garantizar que la casa, el negocio, la pareja, la profesión o el dinero deseado se cumpla. Pero las cosas no resultan tan sencillas: se necesitaría talvez tener un apoyo super extraordinario y altamente divino para que esto ocurriera de inmediato y en un solo acto. Y aun así, el deseo sería difícil de cumplirse. Es decir, la sola compra de una miniatura en alasitas no te asegura nada. El deseo es tan escurridizo que para conseguirlo hay que ingresar a las misteriosas ecuaciones de un ritual puneño, creado justamente para que todo se cumpla.
Este ritual, aunque parece sencillo, es muy arduo, y la prueba es que tras recorrer la extensa feria de alasitas en busca y compra de tu miniatura, que es tu deseo, tienes que hacer una enorme cola, de cuadras y cuadras, hasta alcanzar la capilla de la Santísima Cruz de Bellavista, que es donde un amable sacerdote, justo al mediodía, en representación de la Santa cruz, bendice todas las miniaturas que has adquirido. Y como si todo esto fuera poco, seguidamente trasladas todas tus pertenencias al espacio donde reinan los Paqos y Yatiris, que es el lugar donde finalmente todas tus miniaturas se challan, para dotarlas de fuerza, de fertilidad y vida, con el fin de que “reproduzcan” en grande lo que ahora representan en pequeño. Es un momento tan especial, que, tras un universo de sahúmos, rezos, invocaciones a los cerros, serpentinas, mixtura, cerveza, vino y esperanza, se produce luego una gran celebración, donde los creyentes adquieren compromisos y juramentos para que el deseo anhelado llegue a hacerse realidad.
Es así como se activa realmente un deseo en Puno. A través de dicho ritual, la bendición y la challa son como un puente entre el presente y el futuro, como pasos ineludibles que sirven para sellar el anhelo. De ahí que, la rutina de los creyentes, es realizar ambos pasos: primero la bendición en la capilla religiosa por un sacerdote, luego la challa de las miniaturas por el ancestral Yatiri. Es como si para que el deseo se haga realidad se tuviera que unir el mundo de las fuerzas ancestrales con el mundo cristiano, y el mundo de lo sagrado andino con lo religioso occidental.
De cualquier forma, lo notable de las Alasitas puneñas es que la fe o la ilusión no es de ninguna forma pasiva, sino que es acción, ritual, movimiento, compromiso, esfuerzo. Es decir, la miniatura por sí sola no basta: la bendición, la ch’alla, el compromiso, el esfuerzo y el acto de creer —con toda la fuerza del corazón— es lo que asegura el futuro deseado.