Si quien protesta no es humano cualquier vía de silenciarlo vale. El mensaje de “estamos en guerra” de Montoya o Cavero con su “matar o morir” y el poder mediático sirviendo de altavoz para ese discurso, extrema esa narrativa de deshumanización y crea dos polos falsos: terrucos/vándalos versus ciudadanos.
Así, te obligan a posicionarte en ese marco delineado desde el poder por esta estrategia discursiva: o eres terruco/violento/vándalo/azuzador o eres ciudadano. Esto último equivale a no manifestarte, no en esta ocasión, sino nunca. La resignación como doctrina.
El “peruano de bien” como sujeto pasivo. El “indio permitido” como aquel que no se queja. El neoliberalismo en su máxima expresión: individualismo, resignación y protección de la materialidad por encima de las vidas.
En la ”guerra” todo vale. En la “guerra” se ”elimina”. En la “guerra” o se gana o se pierde. El diálogo no es una vía en la “guerra”. Oír al “enemigo” no es posible en una “guerra”. Al “enemigo” se le combate y punto. Esta es la estrategia discursiva del represor que justifica así el actuar de las Fuerzas Armadas.
Hoy esa estrategia discursiva se ha concretado del todo. Llevan días desplegándola en todos los medios y por todas las vías de enunciación desde el Gobierno, el Congreso en su mayoría golpista y el poder mediático terruqueador (llamémoslo por su nombre).
Cuatro muertos en lo que va de esta jornada amparada en esta estrategia. Una masacre mientras el Congreso vuelve a dilatar el adelanto electoral y la misma Presidenta Dina Boluarte terruquea al pueblo que se supone que representa.
Las manos de este Gobierno y este Congreso están manchadas de sangre. No hay diálogo posible con estos actores. Tocan otros. Tocan nuevos. Es la calle la que está haciendo que todas las máscaras democráticas caigan una a una al suelo, pero en el camino hay vidas perdidas, cuerpos golpeados, voces silenciadas.
La comunidad internacional tiene que ver lo que está ocurriendo porque los DDHH para el Perú movilizado ya no lo garantizan estas autoridades. Que se sepa. Que se vea. Que la masacre indigne a todo el mundo.
No se puede ser indiferente. Postea, difunde, conversa, presta tus redes sociales, habla con tus grupos de mensajería instantánea, manda audios a tus amigos, circula la información y la reflexión. Eso es hacer política. Hoy más que nunca necesitamos hacerla.
En todos los espacios. Politicemos el dolor y la indignación. Es la única vía para cuidar a nuestra gente.
Laura Arroyo Gárate