El 18 de diciembre de 1992 Pedro Huilca, Secretario General de la CGTP, fue acribillado delante de sus hijos cuando salía de su domicilio. Un año antes (febrero 1989) fue secuestrado y torturado hasta morir Saúl Cantoral, el líder de las huelgas y de la federación mineras.
A todos ellos, al igual que a Roberto Chiara, del sindicato del calzado, se les ejecutó brutal y extrajudicialmente acusándolos de terrorismo, cuando eran adversarios del maoísmo.
En la guerra interna entre el Estado y el senderismo, las organizaciones laborales y populares quedaron en medio de un fuego cruzado. Hasta hoy los sindicatos no se han recuperado de su época de gloria.
Pese a que nuestra actual democracia jamás se hubiese logrado sin las huelgas y marchas de 1977 y 1978, ni Castillo ni la izquierda parlamentaria recordaron el 45 aniversario del histórico paro del 19 de julio de 1977.
Ojalá hubiésemos recordado las 3 décadas del crimen contra Huilca afirmando que en el Perú nunca más se repetirán estas barbaridades. Sin embargo, en ese domingo 18, la cifra de manifestantes asesinados se elevaba en al menos 25 en los últimos 9 días.
Los grandes medios ya ni se inmutan. Como el terruqueo ya no funciona, ahora hablan de vándalos. No quieren ver que hay una gran frustración y descontento popular por la forma en la cual se ha hecho un golpe para colocar en palacio a alguien que aplica el programa de quienes perdieron en las presidenciales y que nunca quisieron reconocer su derrota.
En este diario propuse que las izquierdas y los sindicatos debieron haberse unido para presentar un gran frente que apunte a ganar las regionales y municipales del 2 de octubre.
Incluso, propuse que la mejor candidata para Lima era Indira, y que si ella pudiese ganar la capital recordaría el 30 aniversario del asesinato de Huilca teniendo a su hija como alcaldesa. PL y JPP prefirieron dividirse para ir tras representantes o políticas que están a su derecha.
Hoy, el burgomaestre de Lima es alguien quien ha pedido la muerte a otro sindicalista Pedro, el primer presidente maestro del país, el cual sigue preso. Dina, quien, al igual que Huilca, se reclamó como marxista-leninista, viene implantando una dictadura filo-fujimorista.
Isaac Bigio