Nada seria igual en Alasitas sin los diminutos periodiquitos que circulan entre las miniaturas, cada 3 de mayo en Puno. Aunque su origen no deviene de la época prehispánica, su creación está inspirada en el espíritu mismo de las alasitas, donde lo pequeño representa lo grande, y lo deseado, lo que aún no es, pero que se anhela. Y en esa lógica diminuta de grandes deseos, cada año los periodiquitos hacen de jueces, de cronistas, de humoristas y de «opinologos», difundiendo primicias que muchos ni se atreverían a pronunciar.
En esencia, el periodiquito es una radiografía humorística de la ciudad. Sus columnas, atiborradas de noticias inverosímiles, chismes exagerados y verdades incómodas, aderezadas con sátira y sarcasmo, pintan con maestría la cruda realidad de nuestra sociedad, sobre todo puneña. En sus líneas se revelan todos los secretos de los políticos, sus tensiones y alianzas, así como el futuro cierto que les espera. También presenta los mayores absurdos sociales, horóscopos improbables y encuestas inventadas, adornadas, eso sí, con ironías y caricaturas punzantes. Aunque exageran la realidad, lo que estos pequeños diarios hacen cada año, es contar a su modo y abiertamente, todo aquello que muchos quisieran decir de frente y sin tapujos, pero no se atreven.
De modo que, no creo que se diga que estos pequeños diarios de alasitas sólo son pasquines de entretenimiento. Porque dentro de su pequeñez lleva consigo fragmentos de alegría, preocupaciones, tristezas, vicisitudes y aspiraciones de toda una sociedad. En esencia, representa el sentimiento social, el pulso popular de la coyuntura puneña. Por eso mismo, en sus páginas, entre risa y broma, se caricaturiza a las autoridades, se juzga a los pésimos ciudadanos, se sentencia a los ociosos, a los mentirosos y los más desvergonzados pecadores. Se lanzan tantas verdades incómodas que bien podría decirse que estos periodiquitos son escritos por el ocurrente Kusillo.
Entonces, diré, no se trata de un periódico común, los periodiquitos de alasitas poseen un género propio, único en todas sus páginas. Porque cuando uno lee, ahí mismo cae en cuenta, que estos pequeños diarios no buscan informar, como podría decirse, objetivamente, sino provocar, incomodar, hacer reír y hasta reflexionar. A pesar de su modo desvergonzado, directo, punzante, mordaz y profundamente político, estos diarios son de alguna forma un mecanismo de participación ciudadana. Porque éstos tremendos escritos, son los únicos que critican a las autoridades, se burlan de los errores institucionales, desnudan los malos comportamientos sociales; y en ese camino irónico de su historia, hacen dar cuenta de todas nuestras debilidades, de nuestras santas verdades, así como que ayudan a hacer catarsis a la ciudadanía. Es una creación, sin duda, surgida en el corazón mismo del pueblo, en la imprenta improvisada, en las manos anónimas, en el gusto de decir lo que se piensa sin filtros ni permisos.
No hay personaje público, ni evento social que quede fuera del radar de los periodiquitos. Su misión es contarlo todo con total desparpajo, sin mesuras ni pruebas, pero sazonados con burlas, ironías y caricaturas. Y es ahí donde radica su poder, porque logra decir más exagerando, que hablando con supuesta objetividad. Y es por esto mismo, que los periodiquitos puneños de alasitas no morirán nunca, porque son el archivo del sentimiento de un pueblo, porque responden a las necesidades más profundas de la ciudadanía, porque son, en suma, emisarios contundentes de la verdad.