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Semblanza: Nicanor Cantuta artesano pionero en la fábrica del Lawa k’umu

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A sus 84 años de edad Nicanor Cantuta Chana, aún conserva aquellos bellos recuerdos de sus lawa k’umus resonando, marcando el ritmo de una multitud de danzarines en la festividad de la Virgen de la Candelaria.

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El lawa k’umu es una flauta de pico semitapada de unos 65 centímetros de longitud, contando con 6 orificios tallados de forma equidistante en la sección inferior de la parte delantera del cuerpo, así como un canal de insuflación tallado al interior.

Su uso musical forma parte de los rituales desarrollados para prevenir heladas y granizadas. La música que se interpreta con el mismo, y que acompaña la danza, no sigue un único patrón melódico, pues cada año se componen nuevas melodías para ser interpretadas durante los carnavales y otros contextos relacionados a actividades agrícolas.

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Don Nicanor lleva más de 60 años construyendo este instrumento andino característico de las comunidades de Acora.

Este lutier andino nació un cinco de enero de 1937 en la comunidad de Pallalaya, centro poblado Santa Rosa de Llanaque, distrito de Acora. Hoy, a sus 84 años de edad, continúa el oficio de la fabricación. del lawa kumus/chacarero, tradición que aprendió de su padre, Pedro Cantuta Pari y nutrida por su madre Ignacia Diana Alave quien también era se dedicaba a la artesanía.

Don Nicanor cuenta que su primer acercamiento al lawa k’umu fue de niño, cuando veía trabajar a su padre, quien, a partir de la raíz de la Cantuta construía este instrumento.

Así formó su técnica de armado que consiste en: primeramente recoger su material  para su construcción que era de la madera(tronco) del árbol de Q’antuta, que crece con mucha frecuencia por esas zona, para el recojo de este material Nicanor, nos cuenta que tiene que estar en pleno florecimiento y tener una edad madura de 8 a 12 años, el tronco es cuidadosamente elegido y es cortado en medidas de 3.8 cm de diámetro y 70 de largo.

Es importante resaltar que en el proceso de colecta del tronco se debe hacer un corte limpio sin dañar las otras ramas y sobretodo con el permiso de la “pachamama”.

Dicho tronco es dividido en todo su largo por la mitad, para después tallarlos o esculpirlo Internamente, con el objeto de convertirlo en una especie de tubo; uno de los lados es cuidadosamente agujereado en seis puntos, (agujeros mas o menos paralelos).

 

Finalmente se unen las dos partes y se atan con cordel o como hacían antiguamente enrollándolo y sujetando la unión de la división del tronco con cintas recortadas del cuero de sus animales como el guanaco, la llama.

Así pues de esta manera es su armado del “Lawa k’umu o Palo Curvo”,que finalmente mide 65 centímetros y una vez que se cree que está culminado pasa a ser probado.

Desarrollo auditivo, experiencia y Práctica es lo que permite que el instrumento sea perfilado en su sintonía y sonido,lo cual según Nicanor nos cuenta le llevo toda una vida,comenzando desde su infancia.

Su infancia y su juventud la pasó en Thunuhuaya, con gran nostalgia relata que fue su padre le enseño lo maravilloso de tocar este instrumento: “yo soplaba el instrumento como no alcanzaban mis dedos, él con sus dedos tapaba los orificios de la flauta para hacer melodías”, rememora.

Nos cuenta que cada instrumento que fabrica lo hace con mucho cariño, fue a los 16 años cuando fabricó sus primeros instrumentos. A los 17 años se enlistó en el cuartel de Moquegua y en ese lugar conoció a su esposa Cornelia Llanque de Cutipa, con quién formó su familia y tuvo una hija a la cual nombraron Norma Cantuta Llanque.

A los 19 se retiró del ejército para volver a su tierra natal donde se dedicó a la elaboración del Chacarero y otros instrumentos como el auquipuli, chatripuli, Tajja Puli, novilladas, Ccana.

Además de su labor como artesano se desempeñó como presidente de su comunidad y luego como teniente gobernador por varios periodos. También tocó en varios conjuntos que participaron en la festividad Virgen de la Candelaria, los carnavales, y otras celebraciones.

Nicanor dice que seguirá haciendo lo que ama y no piensa retirarse. Desea que la tradición de esta danza y el instrumento perduren como legado. Para este fin, está preparando a un aprendiz prolongue su milenario legado.

Por: Gilder Isis Alave Bravo

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