Cada año, los productores agropecuarios recurren a la quema de tierras para limpiar sus campos y prepararlos para nuevos cultivos. Sin embargo, la práctica, que antes parecía manejable, se ha vuelto desastrosa ante las condiciones extremas de sequía que afectan a varias regiones del país.
En lo que va del año, más de 4,1 millones de hectáreas han sido consumidas por las llamas. Aunque no se han reportado víctimas fatales, el fuego ha causado la muerte de ganado y animales silvestres, además de forzar la evacuación de pequeñas comunidades y haciendas afectadas por el avance incontrolable de los incendios.
Los departamentos más perjudicados son Santa Cruz de la Sierra, con 2,6 millones de hectáreas afectadas, y Beni, donde las llamas han arrasado 1,4 millones de hectáreas. Estas dos regiones, ambas fronterizas con Brasil, se encuentran en una situación crítica. Además, se reportan incendios de menor escala en los departamentos de La Paz, Pando, Cochabamba y Tarija.
La problemática no se limita a Bolivia. Países vecinos como Brasil y Paraguay también están luchando contra numerosos focos ígneos, movilizando a más de 5,000 bomberos para combatir el fuego, que ha estado activo durante los últimos tres meses.
Por si fuera poco, una densa cortina de humo avanza hacia Argentina, arrastrada por fuertes vientos provenientes del norte, empeorando la calidad del aire en varias provincias.
