Forman parte de ese grupo llamado “Los Dueños del País” y, mediante el lobby y otros mecanismos han conseguido políticas siempre favorables a sus intereses; sin embargo, con el triunfo de Pedro Castillo, observadores como Francisco Durand, han sentenciado que ellos tendrán que “entenderse” con el chotano si es que no pueden someterlo.
LA OPCIÓN GOLPISTA
El primer dato que debe mirarse es que, en la primera vuelta, Castillo obtuvo el primer puesto en votación en las diez provincias donde se encuentran los proyectos mineros más grandes del país.
Si bien, los más férreos opositores al plan propuesto por Perú Libre se encuentran en los distritos limeños donde se encuentran bancos y sedes de grandes empresas; los recursos con los cuales sustentan su riqueza se encuentran a kilómetros “dentro del país”.
“En las zonas mineras (sierra y costa sur) el apoyo electoral a Castillo es abrumador. En el corredor minero pasa del 90%. De modo que la gran minería, quiera o no, así los conspiradores de derecha le impidan asumir el gobierno o bloqueen a Castillo, debe entenderse con él.
No le conviene a la gran minería nacional y transnacional apoyar la estrategia golpista/obstruccionista de Keiko y Vargas Llosa. Si hay un gobierno militar, peor todavía. Habrá violencia”, indica Francisco Durand.
La vocera no oficial del sector minero en el Perú, Rosa María Palacios, ya le bajó el dedo a la opción golpista y en varias videocolumnas ya dio por hecho que Pedro Castillo es el presidente electo del Perú, lo cual quiere decir que el empresariado minero, por ahora, opta por otra estrategia que corre en paralelo.
LA OPCIÓN DEL DESGASTE
Paralelamente a la “opción golpista”, está la descrita por el economista Silvio Rendón y se basa en desvincular al núcleo duro de Perú Libre de Pedro Castillo e infiltrar el eventual gobierno de este por una izquierda más blanda y operadores del sector empresarial.
Según explica Rendón, la clave del plan es lograr la expulsión de Vladimir Cerrón del equipo de gobierno.
De acuerdo al comportamiento de los medios de comunicación capitalinos, el camino pasa por identificar el cambio de constitución, el cobro de impuestos y la renegociación de contratos con la gran minería como la agenda “cerronista”, de manera que se pueda exigir a Castillo que deslinde con él o, en otras palabras, olvide sus promesas de campaña.
De esta manera, por lo pronto, los grandes mineros, pueden presionar pero no al punto de llegar al golpe de estado, por lo peligrosos que puedan resultar los movimientos mineros en zonas mineras, en la actualidad. El otro camino es el del desgaste de largo plazo al gobierno de Castillo, hasta lograr que renuncie a sus planes de reforma.