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Quieren repetir el experimento sangriento de los 90´s tras la caída de Castillo

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En una de sus supuestas cartas, Castillo dice que la visita de la embajadora de los EEUU a Boluarte era para que ésta le comunique que hay luz verde para sacar al ejército e iniciar una masacre.
A nadie le consta que la carta sea realmente de Castillo pero, la visita de la embajadora efectivamente se dio el 13 de diciembre.
En palabras de Boluarte, la visita fue para reiterar «el pleno respaldo de su país a la institucionalidad democrática en el Perú y a las acciones del gobierno constitucional para estabilizar la situación social».
«Estabilizar la situación social» puede ser entendido de muchas maneras. La mejor interpretación es lo ejecutado en la realidad: se impuso el estado de emergencia, el toque de queda y la autorización para que el ejercito actúe como si se tratara de una guerra.
Fernando Rospligliosi, cercano a la embajada norteamericana, publicó en sus redes sociales: » Muy bien el Ejército impidiendo que tomen el aeropuerto de Ayacucho. Así hay que actuar para impedir que subversivos se apoderen del país… «
En el mismo sentido, el congresista Alejandro Muñante, en una entrevista ante la CNN (otros operadores políticos), felicitó a las fuerzas armadas justo el día en que mataron a siete peruanos.
«Saludo a las fuerzas armadas que están realizando un trabajo formidable recuperando espacios en nuestro país», dijo el congresista.
Provocación manifiesta
La idiotez y el racismo presente en la clase política tradicional y la élite económica, no bastan para explicar la actitud de los congresistas de derecha y operadores al servicio de la élite.
Si hay un visto bueno de EEUU a masacrar a la gente, llamar terroristas, minimizar abiertamente a los ciudadanos peruanos es, claramente una provocación.
¿Qué sigue?
A la provocación viene la respuesta desorganizada de los ciudadanos y, a esta, le sigue la respuesta especializada y sangrienta de la élite.
Primero, matar; luego encarcelar, desorganizar, silenciar. Capturar a los dirigentes, encarcelar a los políticos de izquierda, renovar el pacto de silencio a cambio de millones con la prensa
Es la misma experiencia de fines de los 80´s e inicios de los 90´s, con la implementación de la llamada «Terapia del shock» que fue, en resumen, la implantación sangrienta de un orden social y económico al servicio de la élite oligarca aliada con el empresariado transnacional.
Antes, Sendero Luminoso era la excusa; ahora, el estallido social etiquetado de terrorismo y vandalismo.
La nueva constituyente
Si los 90`s tuvo a su nueva constitución política; en el año 2023, se gesta otra constitución que tendrá las siguientes características:
La bicameralidad, que no es otra cosa que la concentración de todas las decisiones en un grupo de 40 personas, esto si se analiza el proyecto que tiene el dictamen positivo de la comisión de constitución.
En lugar de concentrar el poder en el presidente, la nueva constitución concentra su poder en un grupo de senadores dependientes financiera y políticamente de los grupos de poder económico.
La judicialización de la política que consiste en que el elector escoge a partir de un menú de políticos previamente filtrados por un poder judicial y una fiscalía controlados por mafias locales.
Instalado el nuevo piloto automático, las elecciones son un mero trámite; el presidente, un pelele, el » nos vamos todos», una burla al ciudadano.
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