Justo ahora, cuando la Universidad estaba llena de movimiento, de maquinarias, de gente de las minas. Había llegado la EXPO TITIKAKA MINERO 2025. El evento más importante para los pequeños mineros, los que sudan la gota gorda en los socavones. El gobierno regional lo organizó en el Centro de Convenciones de la Universidad, para juntar a los que estudian con los que trabajan. Para que no vivieran en mundos separados.
Pero Moisés Apaza Ahumada, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud. Al parecer quiere ser rector. El hombre que manda en toda la Universidad. Para eso, necesita hacerse notar. Necesita mostrar fuerza.
La semana pasada, juramento el comité para las elecciones del rector (que será en abril de 2026), pero estos tipos juegan con mucho tiempo. Un grupo de estudiantes de Odontología tomó el local de la Universidad. La pregunta que todos se hacen en los pasillos, en las calles, es: ¿Fue Moisés? ¿El decano que organizó esta toma para joder la Expo Minera, para opacarla, para que la gente hable de él y no de los mineros?
¿Será que Moisés Apaza es más vivo que Charles Mendoza, otro que anda en la carrera? ¿Será que para estos señores, los estudiantes son solo un instrumento, un número para su juego de poder?
Para entender la jugada, hay que ver cómo habla la autoridad y cómo vive los estudiantes.
Hace unos meses, el rector Paulino Machaca estuvo en el aniversario de la Escuela de Odontología. Prometió laboratorios modernos, pizarras inteligentes, internet por todos lados. Dijo que la odontología es clave para la salud. A su lado, justo a su lado, estaba Moisés Apaza, el decano, aplaudiendo, diciendo que forman profesionales de primera.
Las quejas de los estudiantes de Odontología son reales, son justas. Cualquier padre de familia que hace un sacrificio para mandar a su hijo a la universidad entiende esa rabia. Quieren aprender con dignidad.
Pero cuando esa rabia se usa para otro fin, la cosa cambia. Cuando la protesta sirve para que un decano, que estaba ahí aplaudiendo al rector, ahora aparezca como el líder de la oposición, huele mal. Huele a oportunismo. Huele a que los sueños de los jóvenes son el trampolín de los ambiciosos.
Detrás de Moisés Apaza, dicen, está el vicerrector Mario Cuentas Alvarado. Otro que mueve los hilos. ¿Qué dirá ahora? ¿Qué dirá mientras la Expo minera, que era una oportunidad de progreso para la región, se ve empañada por una toma de local que huele a cálculo político?
¿Quién paga los platos rotos?
Al final, como casi siempre, los que salen perdiendo son los mismos.
- Los mineros artesanales, que necesitaban esa feria para mejorar su trabajo.
- Los estudiantes, cuyas demandas legítimas ahora pueden quedar enterradas bajo la acusación de ser un instrumento político.
- La gente del pueblo, que ve cómo la Universidad, que debería ser una salida, se convierte en un ring donde unos pocos pelean por su poder.
¿La toma fue por los laboratorios modernos o por la silla rectoral que Moisés Apaza ya tiene en la mira desplazando a Charles Mendoza?
