Sin decirlo abiertamente el fujimorismo quiere que Dina Boluarte presida el gobierno de transición. No es necesario que lo diga públicamente. Eso echaría a perder su plan.
A eso apunta con su reforma de adelanto de las elecciones para octubre de este año, iniciativa que está -por segunda vez- discutiendo el Congreso el lunes 30 de enero.
El gobierno hizo lo suyo el domingo 29: a través de un mensaje Boluarte salió dando un «ultimátum» al Congreso para que apruebe el adelanto de las elecciones para octubre de 2023.
¿Cuál fue la amenaza de Dina? Si éste no aprueba, «inmediatamente» enviará dos iniciativas legislativas, la primera para adelantar y la otra para que el próximo Congreso realicé una «reforma total» de la Constitución
¡Mamita que miedo el «ultimátum»! ¿Ahora que hacemos? Se viene lo peor para el Congreso. Nada de eso. Fue un mensaje para fortalecer al fujimorismo y que sus «satélites» vuelvan a su órbita alrededor de ellos.
¿En blanco sobre negro, qué ofreció Boluarte? Solo palabras para que sus satélites «rebeldes» regresen a la mejor salida para las organizaciones criminales. La más beneficiosa.
La propuesta de Fuerza Popular y Boluarte, que están jugando en pared, para frenar la rebelión de los andes y los mestizos del campo y la ciudad es la siguiente: adelanto de elecciones para octubre de 2023, pero sin consulta popular para nueva Constitución.
Eso es todo. Ah, y de yapa, para felicidad de las derechas racistas y mafiosas, Dina Boluarte se queda como presidenta del gobierno de transición. Y con ello tienen el Ejecutivo (FFAA y PNP) bajo su férula.
Es decir, las elecciones generales de octubre (primera vuelta) y diciembre (segunda vuelta) podrían terminar siendo controladas por ellos. ¿Los resultados también?
Un poco de imaginación y tenemos la respuesta. Así, se abriría un largo período (10, 15 o 20 años) de narcoestado o Estado criminal de factura fujimontesinista. Un regreso a los 90.
La insurrección en curso debe impedir ese escenario.
Jaime Antezana Rivera
