Siendo ya un muchacho adulto, Efraín salió de su natal Puno y se fue a rutear por Arequipa y Lima. Eran fines de los cuarenta y comienzos de los cincuenta. Le gustaba leer literatura y tenía un libro de poemas inédito bajo el brazo. En ambas ciudades conoció a algunos intelectuales y artistas con quienes hizo amistad. La suerte quiso que saliera a la luz el libro que había escrito. A fines de los sesentas las cosas se pusieron difíciles y decidió regresar a Puno. Decidió estudiar para ser profesor de primaria. Tenía que ganarse la vida.
De esa manera, Efraín se convirtió en profesor rural. Ejerció su plaza de profesor de tercera categoría en una comunidad del altiplano. Pues, un profesor titulado tenía derecho a ocupar el puesto de un profesor de tercera, pero si este se iba a una comunidad nadie lo iba a molestar. Efraín partió a Jachahuinchoca, una comunidad a dos horas de Puno, en la provincia de El Collao, cerca de Ilave. Cuando bajó del carro y caminó hasta la comunidad se dio cuenta de que no había escuela. Las clases se dictaban en un cuarto de la misión adventista.
Efraín se quedó quince años en Jachahuinchoca como maestro titular de la escuela. No era nada fácil ir y venir a diario desde la ciudad capital, como hoy. Tuvo que aprender aimara y adaptarse a las costumbres locales. El contacto con la comunidad y los niños le hizo cambiar la forma de ver la vida. Encontró una nueva realidad y sabiduría. No había tablets. A veces él se sentía alumno. Algo de toda esa experiencia la escribió luego en futuros libros. Pero, lo más grato fue que, con la ayuda de los padres de familia, hicieron realidad un viejo sueño: la construcción de la escuela.
Por las noches, en medio de la quietud del paisaje, Efraín aprendió a tocar guitarra estudiando unos cuadernillos de música. El aprendizaje de valses, huaynos y música clásica lo transmitió a los alumnos. Todos aprendían. También se propuso escribir una novela sobre la vida de un profesor en el campo, pero nunca lo hizo. Finalmente, cuando llegó el momento de dejar la escuela, regresó a Puno y luego de unos años partió a Arequipa. Allí vive todavía. Así como Efraín hoy miles de maestros rurales se desplazan por el país para llegar a sus escuelas. Hoy todo es más fácil, pero igual sigue siendo difícil.